La artroscopia de rodilla es uno de los procedimientos quirúrgicos más frecuentes en traumatología. Una de sus ventajas es que permite realizar un diagnóstico preciso de las lesiones de menisco, ligamentos y cartílagos de la rodilla, lesiones que pueden tratarse con esta técnica mínimamente invasiva.
Se trata de un procedimiento complejo, que requiere de la intervención de cirujanos con amplia experiencia y un conocimiento muy detallado de las estructuras anatómicas.
La artroscopia de rodilla consiste en la introducción, mediante incisiones mínimas (3-4 mm) de una cámara (artroscopio) que nos permite ver el interior de la rodilla y sus estructuras en tiempo real, en una pantalla de alta definición.
El cirujano valora el alcance de la lesión y, si es necesario y posible, introduce pequeños instrumentos para proceder a su reparación.
En el caso de la artroscopia de rodilla por rotura de menisco, el paciente suele abandonar el centro el mismo día de la intervención. En el caso de otras lesiones, puede requerir un día de ingreso.
El carácter mínimamente invasivo de la operación garantiza en todos los casos una recuperación rápida. Sin embargo, dependiendo de la lesión, tardaremos más o menos en recuperar la movilidad.
Es fundamental que el paciente siga de forma estricta las indicaciones de inmovilización y realización de los ejercicios de rehabilitación pautados. El pronóstico de las intervenciones por artroscopia de rodilla es excelente.